Page 185 - Comparativa de las relaciones laborales en el sector agroalimentario
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5. REFLEXIONES
A la hora de hacer una valoración de las condiciones laborales en los diferentes aspectos
de las mismas, lo primero es tener en cuenta que, en general, en los países situados en el
continente europeo nos encontramos con un mayor grado de desarrollo y modernidad
en las mismas, tanto en el desarrollo normativo como en los propios derechos de las per-
sonas trabajadoras en cuanto a su protección social, protección contar el despido o en
situaciones como la vejez.
Las diferencias más significativas las encontramos en factores que son determinantes a la hora
de valorar las condiciones laborales más esenciales, como son los de la jornada laboral (en el
sector agrario, por ejemplo, la jornada laboral máxima de Marruecos es de nada menos que
2.496 horas anuales, 44 horas semanales, frente a las 35 que son habituales en Francia o las
40 que son la norma común en el resto de países) o los salarios mínimos garantizados.
En esta materia, haciendo la salvedad de que en Italia los salarios se garantizan por Conve-
nio y no por Ley, las diferencias son enormes, hasta llegar al extremo de que un trabajador
marroquí cobra un salario mínimo que es apenas un 17% respecto al que cobra un francés,
por ejemplo. En el sector agrario este salario es solo del 12% respecto a Francia. La dife-
rencia con un trabajador argelino es aún mayor. El salario mínimo de dicho trabajador es
el 7% de lo que percibe un francés en la misma actividad.
Las diferencias con España son igualmente elocuentes: un trabajador marroquí tiene un
salario mínimo que supone un 23% del español, y si es un trabajador del campo supone
un 17%. Un argelino, por su parte, tiene un salario mínimo que es el 10% del de España.
178 Pero incluso en Europa, y en países relativamente próximos y que compiten directamente 179
entre si, un trabajador portugués tiene un salario mínimo que supone aproximadamente
la mitad del percibido en Francia y el 70% del percibid en España.
Tales diferencias en aspectos capitales introducen un factor de competitividad “a la baja”
muy importante, ya que siempre estará presente la tentación de las empresas de producir
en países con costes salariales más bajos y, para más abundamiento, jornadas laborales
más altas y menor grado de protección para las personas trabajadoras.
Sin embargo, otros factores de índole tanto interna como externa juegan también su papel
en el aspecto de la competitividad en un sector tan desarrollado como el agroalimentario.
Así, los aspectos tecnológicos, higiénico sanitarios o ambientales tienen capital importan-
cia. Ello, entre otros factores hace que las principales potencias del sector agroalimentario
sean empresas europeas, y no africanas, como pudiera pensarse si nos atenemos solo al
factor precio de la mano de obra.
Dentro de las economías de los países analizados, el sector Agrario desempeña un papel
fundamental por su aportación al empleo, por su importante contribución al PIB y su par-
ticipación en las producciones nacionales.
Lo mismo ocurre con la Industria Alimentaria, que ocupa los primeros puestos en factu-
ración y destaca como un importante recurso de desarrollo por su aportación al PIB en
estos países, así como al empleo, la actividad empresarial y el valor de las exportaciones.
La agricultura destaca por su aportación al PIB nacional, sobre todo en Marruecos (19%),
Argelia (14%) y España (11%).
reflexiones El empleo del sector supera el millón de empleos en Argelia y Marruecos y dentro de la
Unión Europea, Italia se acerca con más de 830.000 empleos, mientras que muestra una
dinámica de crecimiento en España, Francia y Argelia.