El secretario general de UGT FICA analiza en el presente artículo de opinión la urgencia en prorrogar el contrato de relevo en el contexto económico actual, cargado de incertidumbres y sobresaltos para, una vez asegurada su continuidad, ampliar su afectación al resto de sectores productivos a través del diálogo social

La prudencia aconseja que si, algo funciona, lo mejor es no tocarlo, dejarlo como está. Y siguiendo con esta lógica, si ese “algo” ha dado sobradas muestras de eficacia en una parte, ¿por qué no hacer extensivos sus efectos al “todo”?

Una vez más, como ocurrió a finales de 2018, se aproxima el fin de año y una espada de Damocles sigue pendiendo sobre la continuidad del contrato de relevo vinculado a la jubilación parcial en el sector manufacturero.

A pesar de las sobradas muestras de eficacia demostradas por esta herramienta, que se ha revelado como imprescindible para el conjunto de la industria del país, el Gobierno aún no ha dado el paso adelante y prefiere mantener el suspense respecto a su continuidad.

Y todo ello, a pesar de que todos los agentes sociales del sector industrial estemos de acuerdo sobre la idoneidad de su prórroga. Esta extraña confluencia astral en torno a esta cuestión se da precisamente porque beneficia por igual a las personas trabajadoras y a las empresas. Por un lado, constituye una garantía de empleo de calidad y con derechos, y por otro, porque tiene su reflejo en un incremento de productividad, al tiempo que evita la pérdida del talento acumulado en el puesto de trabajo por la transmisión de conocimientos de un trabajador a otro.

Nos encomendamos a que la lógica se imponga y antes de fin de año vea la luz en el Consejo de Ministros la necesaria prórroga de esta fórmula de contratación.

Y esa lógica es más necesaria que nunca, dado el contexto económico actual, cargado de incertidumbres y sobresaltos por las consecuencias que ha dejado en nuestra industria la tormenta perfecta creada por dos años de pandemia y las ondas expansivas a raíz de la invasión de Ucrania.

Cuando ha pasado a formar parte de nuestro relato industrial cotidiano el encarecimiento y la escasez de las materias primas, la subida desbocada de los precios de la energía y una inflación galopante; la prórroga del contrato de relevo vinculado a la jubilación parcial no sólo se revela como necesaria, sino como imprescindible para dotar de consistencia nuestro tejido industrial, para anclarlo en los territorios y para evitar ajustes en las plantillas.

Desde UGT FICA hemos solicitado en incontables ocasiones al Gobierno su continuidad más allá de 2022, porque somos conscientes del peligro que puede suponer para el empleo industrial la desaparición de esta figura contractual. Se pone en riesgo, no sólo el mantenimiento de los puestos de trabajo vinculados a esta forma de contratación, sino también la creación de empleo a futuro.

Todo ello en un momento en el que el crecimiento del empleo industrial es más necesario que nunca para poder hacer frente con garantías a las transiciones en las que está sumida la economía de nuestro país: la descarbonización y la digitalización. Unos procesos que necesariamente van a desembocar en un nuevo modelo productivo sobre el que asentar el crecimiento económico, que va a necesitar de un relevo generacional en las plantillas.

Más allá de toda duda, lo cierto es que la prórroga del contrato de relevo vinculado a la jubilación tiene que materializarse sí o sí. De otra forma sería incomprensible, pues entraría en contradicción con la reciente apuesta industrial del Gobierno a través del anteproyecto de Ley de Industria; y por otro lado desperdiciaría la oportunidad para fomentar el empleo juvenil, dadas las altas cotas de paro que sufren nuestros jóvenes (un 31,01% IIIT EPA).

Es indudable que la continuidad de esta forma contractual repercutirá en el impulso del empleo joven, generando oportunidades de empleo, al tiempo que se facilita el relevo generacional, con el consiguiente beneficio para jóvenes y empresas.

Desde UGT FICA esperamos que el Gobierno sea consciente de las necesidades de nuestra economía y, una vez prorrogada esta fórmula, amplíe su ámbito de afectación al resto de los sectores productivos utilizando el diálogo social, y haciendo extensivos sus efectos beneficiosos y abogando por el rejuvenecimiento de las plantillas y la adaptabilidad de los empleados a las nuevas exigencias productivas.

Todo ello contribuirá a la mejora de la calidad del empleo, a garantizar una mejor formación para los trabajadores que se beneficien de esta fórmula, y a facilitar la incorporación a nuestros sectores de nuevas generaciones de trabajadores con derechos y garantías.