Estados Unidos vive unos momentos laborales convulsos, una huelga histórica en la que los trabajadores y trabajadoras del sector del automóvil luchan de forma selectiva por lo que ellos y el resto del mundo laboral creen justo frente a unas patronales insaciables acostumbradas a exprimir a sus plantillas para conseguir mayores beneficios para sus accionistas y su clase dirigente.

Para enmarcar esta lucha en sus justos términos hay que recordar que en EEUU no existe una regulación laboral como entendemos en Europa y en España; que el diálogo social es una utopía, la sindicalización de las y los trabajadores es perseguida sin pudor abusando de la no contratación o el despido y que, en algunas empresas, ni siquiera se permite a los representantes de los trabajadores entrar en las factorías. Existe un clima decididamente hostil hacia todo lo relacionado con los sindicatos fomentado por una economía cada vez más desregularizada.

Se trata, por tanto, de una huelga no solo para mejorar las condiciones laborales de los trabajadores del sector, sino también, y más importante, para reclamar libertades para el conjunto de la clase trabajadora que en España damos por superadas, como son el derecho a organizarse y negociar colectivamente, el derecho a la libre sindicalización, el derecho a la libre elección. A estas alturas del siglo XXI, nadie en Europa ni en España puede concebir que se prohíba a las personas trabajadoras organizarse en sindicatos en sus empresas, ni que se persiga laboralmente a quienes se sindicalizan, ni que se coarte el derecho a la huelga. Estos derechos fundamentales que tenemos perfectamente asentados en Europa, son los que reclaman también los trabajadores y trabajadoras norteamericanos.

A nivel laboral, los trabajadores y trabajadoras norteamericanos denuncian que llevan sufriendo recortes en sus derechos desde 2008, y que, dado que en la actualidad sus empresas atraviesan momentos de bonanza económica, es de justicia que, al igual que los altos cargos, cuyos salarios representan más de trescientes veces el salario medio de un trabajador del sector, se han subido el sueldo una media del 40%, las plantillas también deben de participar en el reparto de beneficios con propuestas acordes a su situación y a la de sus empresas. A este respecto, reclamar un incremento salarial del 36% en un periodo de cuatro años no es ninguna locura, teniendo en cuenta los sacrificios previos y el punto de partida en el que se encuentran, al igual que ocurre con la reducción de la jornada laboral a 32 horas semanales (de media trabajan jornadas de diez horas durante seis días laborales a la semana, superando las mil ochocientas horas año), o la demanda de restaurar los beneficios en las pensiones para los nuevos empleados e incrementos de pensiones para los jubilados, que tal y como funciona el sistema de pensiones en Estados Unidos, es una petición más que razonable, como la eliminación de las horas extras obligatorias.

Desde UGT FICA hemos trasladado nuestra solidaridad y compromiso con la lucha que mantiene el sindicato UAW y con los trabajadores y trabajadoras que respaldan una huelga justa en pos de la libertad sindical y de su dignidad como trabajadores y trabajadoras.

La lucha la clase trabajadora en cualquier lugar del planeta es una lucha que nos involucra a todos y a todas en el objetivo de erradicar las tremendas desigualdades sociales y laborales que existen en los países desarrollados y menos desarrollados. Desde UGT FICA estamos convencidos de que los compañeros y compañeras norteamericanos van a ver cumplidos sus objetivos, lo que, sin ninguna duda, va a redundar en la mejora del conjunto de la clase trabajadora, independientemente del lugar en el que trabajen.