Por su interés, reproducimos el artículo de opinión del secretario general de UGT FICA, Pedro Hojas, en el que analiza la repercusión en el sector agrario de la subida del Salario Mínimo Interprofesional y las críticas apocalípticas que realizan algunos representantes empresariales, completamente alejadas de la realidad
A tenor de algunas voces que han clamado al cielo ante la subida del Salario Mínimo Interprofesional a mil euros, parece que se va a desencadenar el apocalipsis en las explotaciones agropecuarias.
Esas determinadas personas consideran que el sector agropecuario español está desvinculado del resto de la economía, que es una isla independiente y que todos los males le afectan a él, pues no está ubicado dentro de un contexto internacional que pueda influir sobre su estado.
Como es muy fácil hacer demagogia tomando una parte por el todo, habría que recordar a esos voceros del apocalipsis que los problemas que asedian al sector agropecuario son los mismos que sufren el resto de los sectores económicos. El incremento del precio de la energía y de las materias primas afectan a todos los sectores por igual y determinan la coyuntura actual de toda la economía no sólo española, sino a nivel global.
La aplicación de la reforma laboral, y en breve el incremento del SMI, son de obligado cumplimiento en nuestro país, y son medidas para luchar contra la precariedad que ha venido siendo la tónica general de nuestro mercado laboral. Una precariedad que se ha sembrado especialmente en el sector agropecuario español.
Esos pregoneros del fin del mundo quizás deberían abochornarse de que las y los trabajadores por cuenta ajena del campo español son los peor pagados de todo el conjunto de la economía española. Medidas como la adoptada por el Gobierno con la subida del SMI sirven para paliar una situación que, en muchas ocasiones, no se puede solventar mediante el dialogo social porque ellos bloquean cualquier mejora salarial en las mesas de negociación de los convenios. Unos convenios que muchas veces incumplen o no se renuevan desde hace años.
A ese cúmulo de males, a estos agoreros se les ha olvidado añadir a la lista de las plagas de Egipto que, en un futuro a corto plazo, tendrán que cumplir la condicionalidad social que impone la Política Agraria Comunitaria para poder acceder a las ayudas. Una condicionalidad que les obliga a cumplir con la normativa laboral del país y con los convenios de la OIT.
Nada nuevo bajo el sol, esas mismas voces vaticinaban el hundimiento del sector en las anteriores subidas del SMI, y al contrario de lo que predicaban, la agricultura ha asumido bien los incrementos y de hecho ha subido la afiliación en 57.000 personas desde la última subida del SMI.
Confiamos en que esas actitudes negativas de algunos portavoces no reflejen el sentir general del empresariado agrario, porque de ser así difícilmente nuestro sector primario podrá acometer la modernización que se nos exige desde Europa a través de las transiciones ecológica y digital y la PAC.
Precisamente uno de los objetivos de esta última es favorecer el relevo generacional en el campo. Con estos posicionamientos, que no buscan otra cosa que el empobrecimiento de los salarios en busca de un mayor beneficio, difícilmente podremos cumplirlo en nuestro país.
Lo que realmente puede dar “la puntilla” al sector agropecuario es la falta de relevo generacional. Para propiciarla es necesario hacer atractivo el trabajo en el campo, y eso pasa por salarios dignos y condiciones laborales decentes, algo que a estos señores parece provocar urticaria.